jueves, 23 de diciembre de 2010

Navidad lluviosa en Bali


Aún no me acabo de creer que mañana sea Nochebuena... aquí en Bali nada indica que estemos en las entrañables fechas navideñas. La vida transcurre igual de despacio y casi igual de calurosa, aunque bastante más húmeda de lo habitual. La "rainy season" ha empezado con retraso este año, pero parece que con muchas fuerzas, y llueve sin parar desde hace una semana. Las tormentas se suceden unas a otras, especialmente por la noche, con truenos que hacen retumbar toda la casa y caudalosos chaparrones que me hacen dudar si tendremos que salir de casa remando por la mañana. Sin embargo, esta tierra parece capaz de absorber cantidades ingentes de agua, y por la mañana solo hay algunos charcos que se evaporan a lo largo del día. A ratos sale el sol, pero está nublado el 90 por ciento del tiempo. Me imagino si yo viniera aquí de vacaciones y me tocara una semana así... ufff, muero solo de pensar en volver aún más blanca de lo que me marché, sin siquiera una cabina de rayos UVA para pasar el trago con un poco de dignidad.


Pero cuando vives aquí lo ves de otra manera y la lluvia no me molesta tanto como pensaba. Se agradece un poco de fresquito por las noches y dormir sin el aire acondicionado a toda potencia. Lo que sí hay es más mosquitos de lo habitual, así que hay que tenemos la piel como esparto de rociarnos de Autan a todas horas.

Estos últimos días hemos estado buscando un plan navideño para llevar al lechón a ver a Santa Klaus, cantar villancicos y esas cosas el día 25. El Grinch anti-navidad que llevo dentro parece haberse desvanecido y aquí en Bali parezco un personaje de "Qué Bello es vivir" buscando por todas partes símbolos que me recuerden las fiestas a las que estoy acostumbrada. Pero sin éxito. Hay árboles en los hoteles y los centros comerciales, algún Papá Noel espantosamente caracterizado aquí y allí... y poco más. Mañana estamos invitados a una cena multinacional en casa de unos amigos estadounidenses: también irá una portuguesa, dos belgas, otra amiga española y nosotros. Cenaremos comida indonesia que encargaremos en un "warung", pero tendremos queso francés, cócteles americanos, vino español y whisky escocés. Me apetece mucho este plan tan distinto, pero no puedo evitar sentir morriña de una Navidad más familiar. Supongo que los kilómetros se hacen aún más largos en estas fechas.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Cuánto cuesta vivir en Bali

Durante los largos e intensos meses que precedieron a esta aventura, pasábamos horas buscando y comparando precios, buceando en foros de expatriados, blogs, etc., para tratar de averiguar cuánto nos iba a costar vivir en Bali. Una vez aquí, como diría Pedro Navaja, "la vida te da sorpresas", y nos encontramos con que los precios eran bastante más altos de lo que habíamos visto online.... Fue un chasco considerable, porque supuso que nuestro presupuesto mermaba bastante, no sólo porque el euro estaba, y está, de capa caída, sino porque además aquí los precios suben sin parar.

Todo el mundo dice que "Bali es muy barato". Y yo digo sí, es barato, pero depende de para qué. Por ejemplo, puedes darte un masaje que en España te costaría 40 o 50 euros por 50.000 rupias (unos 4 euros), y además te aseguro que, o tienes muy mala suerte, o el masaje te dejará flotando. Sin embargo, una lata de aceitunas cuesta alrededor de 60.000 rupias (unos 5 euros) y no son nada del otro mundo. Un litro de leche cuesta 1€, y una botella de vino (muy malo) cuesta 14€, una cerveza Bintang (la marca local) 1€. Son solo ejemplos para que entendáis que determinadas cosas son muy caras en Bali, y a la larga, si vas sumando, vivir aquí también cuesta dinero.

He intentado recopilar los gastos mensuales que puede tener una familia media. Vaya por delante que, aquí y en Pernambuco, hay paladares y gustos para todo, y en Bali hay oferta para todos los bolsillos. Si quieres gastarte más que ésto, es facilísimo y está al alcance de tu mano. Ahora, si lo que quieres es gastar menos lo vas a tener complicado...

La casa: se suele pagar un año por anticipado y puedes encontrar una casa desde unos 3000€ al año... hasta el infinito. Pero no te engañes, la casa de 3000€ al año no es aquella de Jacqueline de la Vega que viste en el Hola... la de 3000€ es una chabola que se veía a lo lejos. Si quieres una casa con puertas y ventanas, aire acondicionado, agua caliente y mínimas comodidades en la zona sur de la isla tienes que preparar al menos 5000€ al año. Seguramente en la zona norte o en medio de la jungla es más barato, no he explorado aún esa posibilidad.

El seguro médico: para mí es el segundo gasto imprescindible, aunque no todo el  mundo lo tiene. Para una familia de dos adultos y un niño sale por unos 2000€ mínimo la prima anual.

Electricidad: 40-50€ para una casa de tres habitaciones con tres aparatos de aire acondicionado.

Gas: nuestra bombona parece inagotable, la hemos cambiado una vez en tres meses y costó 8€

Internet: tarifa plana 1MB 60€ al mes, 2MB, 80€ al mes

Teléfono: el móvil a partir de 20€ al mes (con poca vida social), el fijo no estoy muy segura porque nosotros no llamamos casi nunca gracias a Skype.

Laundry: al igual que muchos expatriados no tenemos lavadora. Aquí los negocios de Laundry son como los bares en España, en cada calle hay diez, y es muy barato que te laven y planchen la ropa. Hay que decir que la calidad del lavado y el planchado es muy variable. Pero a mí me sirve, con tal de no hacerlo. Nos gastamos unos 25€ al mes.

Servicio doméstico: una asistenta que cocine y limpie cuesta entre 100 y 120 euros al mes a jornada completa y con un solo día libre (en todo el mes!). Lo difícil es encontrar a una, pero eso lo dejo para otro post. Un conductor, jardinero o similar cuesta un poquito más. Ya se sabe, los hombre cobran más en todas partes...

Transporte: lo ideal es moverse en moto, y alquilar una a largo plazo cuesta unos 40 o 50€ al mes. Si necesitas un coche porque no te atreves a viajar en moto con un niño de dos años, entonces prepara al menos 200€ al mes para alquilar un coche pequeñito.


Visado: renovar mensualmente el visado social cuesta en torno a 50€ por persona.


Cesta de la compra: lógicamente, es muy variable, pero para que os hagáis una idea, nuestra compra semanal viene a ser de unos 90€, lo que hace un total mensual de unos 400€. Y creeréis que somos todos obesos... pero no, solo tenemos un crío que bebe mucha leche y comemos y cenamos en casa casi todos los días. Y si compráramos todo lo que se nos antoja: queso, comida de importación y caprichos varios nos gastaríamos muchísimo más.

Y si no me olvido nada solo queda el Ocio, pero me siento incapaz de monetizar este capítulo. Me limitaré a decir que una cena estándar de una pareja en un restaurante normalito puede salir por unos 25-30€ (si añades vino el precio se multiplica por dos). Pero puedes comer por mucho menos o por mucho más. Una cerveza en un local de moda (estilo Kudeta) cuesta en torno a 4€ y una copa 8 ó 10€ (y ojo porque suelen dar matarratas). En los locales menos "fashion", o en la playa, tomar una cerveza es mucho más barato, alrededor de 1,5€, y por menos de un euro puedes tomar un batido de fruta recién hecho (mmmm. delicioso) o un refresco.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Razones para vivir en Bali: Viajar

Mi madre no entiende qué hago en Bali. Sí, como lo oís, así me lo dijo cuando llevaba aquí un par de días. Esto le parece tercermundista, sucio, feo y lleno de bichos. Y la verdad es que la entiendo. Yo a veces también me pregunto qué se me ha perdido en esta parte del mundo. Porque una cosa es venir a Bali en plan viaje de novios: hotelazo, playita, masaje, compras y regateos varios, excursiones, arrozales, cenas a la luz de las velas, y de vuelta a España... Y otra muy diferente es vivir aquí y enfrentarte todos los días a un calor y una humedad insoportables, mosquitos a go gó, una cocina que más bién parece un camping gas, agua amarillenta y otras lindezas que explicaré detenidamente en otros posts. Así que he pensado que, para no engañar a nadie, voy a inaugurar dos nuevas secciones en este humilde blog. A saber:
- Razones para vivir en Bali
- Razones para salir corriendo (hacia España, se entiende, o en su defecto cualquier lugar civilizado)
Mujeres caminando hacia una ceremonia religiosa cerca de Bedugul, en el centro de Bali
Pero ahora que tengo que convencer a mi progenitora de que no he perdido completamente la cabeza, tengo que empezar justificando el hecho de vivir aquí. Y viajar es una de mis principales razones. Soy un alma viajera. Adoro conocer lugares nuevos, comidas exóticas, paisajes distintos, lugares bellos y no tan bellos, pero al menos diferentes. No me importa pasar calamidades en el camino. No me importa renunciar a mi almohada (cómo la echo de menos) o al cocido madrileño (qué rico!). Viajar es un poco como tener hijos: por duro que sea a veces, por mucho que mi niño no me deje dormir, que sea taaaan pesado, que me preocupe, que me deje exhausta, que salga carísimo... ME COMPENSA, siempre, porque le adoro.
El templo de Pura Ulun Danu Bratan es de una belleza sobrecogedora
Viajar es lo mismo. Y en esta isla tengo la oportunidad de vivir un Bali distinto cada fin de semana. De viajar constantemente. Hay lugares sorprendentes, paisajes sobrecogedores y templos cuya belleza te quita la respiración. Esta semana estuvimos en Pura Ulun Danu Bratan, un templo del siglo XVII construido sobre un lago, y también en Tanah Lot viendo como el sol se ponía sobre el mar. Me siento como una eterna turista, pero con la enorme suerte de no tener que descontar los días que me quedan de vacaciones.
Próximamente os contaré alguna de las razones para salir corriendo.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Comer en Bali

Típico plato de pescado y marisco con arroz para degustar viendo el atardecer


Seguramente Bali es uno de los lugares del mundo donde se puede comer mejor y más variado. Eso si dejamos a España fuera de la competición... por supuesto! La comida indonesia, y la balinesa, es deliciosa. Comen mucha verdura cocinada siempre con especias exquisitas, pescados, zumos de frutas... El único problema es que casi todo tiene una dosis de picante bastante superior a la tolerancia del español medio. Pero a todo se acostumbra uno y después de un mes aquí lo que los primeros días te parecía que era puro fuego lo calificas con un modesto picaunpoquito. Y eso que aquí pica hasta el huevo frito, y no es broma. Pero lo realmente asombroso de Bali es la cantidad de restaurantes en los que degustar los placeres gastronómicos de todo el mundo. Aquí puedes probar el mejor sushi con un pescado fresquísimo, la cocina tailandesa más exquisita, pizzas auténticas en horno de leña, marisco, cocina sofisticadísima estilo francés, y hasta comida española. Hay un restaurante para cada paladar y para cada bolsillo, y se puede comer desde menos de un euro el plato hasta más de cincuenta. Hay lugares cutres a más no poder que cocinan sin luz eléctrica en una especie de chabola, y aún así se las ingenian para elaborar todo un menú a base de arroz, noodles, verduras, huevos, pollo y patatas.

las mazorcas de maíz que venden por la calle están riquísimas

Nuestro presupuesto no nos permite ir a los restaurantes caros que menciono. Además, viviendo aquí y con un niño pequeño, no se sale tanto a comer fuera. Pero creo que para los que vienen de vacaciones debe de ser una auténtica delicia cenar cada noche en un lugar diferente y siempre atendidos por un personal tan servicial y encantador como el de Bali.

esto equivale aquí a nuestros "frutos secos y variantes"

El capítulo del supermercado ya es otra cosa. Las primeras veces que fuimos a hacer la compra nos parecía todo tan complicado que al final llegábamos a casa cargados hasta los topes, pero a la hora de ponernos a hacer la cena no teníamos ni idea de qué cocinar. Algunos alimentos que en España consideramos básicos aquí son carísimos (el queso, el aceite de oliva, el vino, las aceitunas, el embutido...), o directamente no existen (no hay garbanzos ni lentejas), así que recuerdo que hacer la compra nos llevaba horas porque vagábamos por los pasillos desesperados a la búsqueda de una lata de atún o un bote de tomate frito.

"Bimoli" es la marca de aceite de palma líder en indonesia. Aquí lo llaman "Minyak Goreng", que quiere decir "aceite para freir"
Ahora hemos mejorado bastante, en parte porque hemos renunciado a comer exactamente igual que en Madrid. Además, después de horas de investigación por los pasillos, sabemos donde encontrar cada cosa, empezamos a conocer las marcas de aquí, y no tenemos miedo de probar. Hacemos una compra más ecléctica, con menos alimentos importados y más productos locales. Eso sí, sigo echando de menos muchas cosas y menos mal que mi madre nos envió una maravillosa caja que ponía a prueba la aduana indonesia porque contenía más ibéricos y vino de lo que han visto muchos balineses en toda su vida... por poco lloramos al abrirla, ¡gracias mamá!

Por cierto, mi madre y mi tía están a estas horas viendo algún templo en Bangkok y en sólo 48 horas estarán volando rumbo a Bali, ¡me muero de ganas de que lleguen!

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Visita al mercado: Pasar Badung

Mujeres como ésta se ofrecen a cargar con tu compra en cestas sobre su cabeza
Siempre me han gustado los mercados. Tal vez porque forman parte de mis recuerdos de la infancia. Desde muy pequeña y hasta la adolescencia acompañaba a mi madre a hacer la compra en uno de esos mercados tradicionales donde quienes venden la carne, el pescado, el pollo o la fruta, saben el nombre, vida y milagros, de cada una de sus clientas (casi siempre mujeres aún). Me encantan esos "tenderos" que, tras una vida entera en el "puesto" pegándose madrugones de aúpa, aún tienen la sonrisa a punto y la broma dispuesta para alegrar la mañana a una nonagenaria diciéndole aquello de, "Señora Maruja, está usted más guapa cada día". Me gusta el ambiente, el colorido, los olores mezclados entre la charcutería y la fruta. Las señoras con sus carros repletos, el ajetreo, las bromas, las pullas, la familiaridad de los comentarios en el mostrador... "pero que sea del que a mí me gusta" o la eterna "córtamelo finito que es para el niño". Recuerdo un día hará unos 20 años que yo intenté saltarme la cola de la pescadería para recoger un encargo de mi madre y, cuando una anciana cargada de razón osó protestar, "nuestro" pescadero la calló diciendo: "señora, es que esta moza me va a durar más que usted como clienta"... Pero lo dijo con tanta gracia que la señora se partía de risa.

Bueno, pues todo esto en Bali no pasa.


Estuvimos el otro día en el mercado central de Denpasar (Pasar Badung) porque yo, en mi infinita inocencia, pensé que sería un plan divertido para pasar la mañana, hacer fotos y de paso llenar la nevera. Y nada más lejos de la realidad. No me gustó nada, nadita nada. Al llegar, el olor a podrido nos recibió como una bofetada, y a partir de ahí aquello solo podía empeorar: los puestos estaban sucios, había ratas saltando entre la comida, insectos por doquier... Para colmo, varias mujeres nos perseguían insistentemente para vendernos especias, lo que resultaba muy incómodo. Pese a todo intentamos comprar un poco de fruta, pero no hubo manera porque había que regatear por cada mango y por cada aguacate si no querías pagar precios astronómicos. En fín... que como diría Sabina, "que no disfruté, que no vuelvo más".

miércoles, 27 de octubre de 2010

Comer, Rezar, Amar

El templo de Uluwatu está construido al borde
de un espectacular acantilado
Me avergüenza bastante reconocer que hasta el pasado sábado, cuando nos dimos un paseo por Uluwatu, no había puesto un pie en un solo templo balinés. Y eso que los hay por todas partes. Llaman a Bali la "isla de los Dioses" y no es por casualidad. Aquí todo gira en torno al hinduismo, a las ceremonias rituales, a las ofrendas y a las tradiciones. Al amanecer, al atardecer, con luna nueva, llena... cualquier motivo es bueno para que los balineses honren a sus divinidades en los templos, en la playa o incluso en plena calle. Pero nos invade esa desidia de, "como vivo aquí y tengo todo el tiempo del mundo, pues ya lo haré otro día". Tampoco en Madrid íbamos al Prado muy amenudo, y a la Almudena mucho menos. Algo tiene que ver también el tener un lechón poco interesado en la cultura local si no es para saltar encima de una ofrenda de las que encontramos por doquier. 

Pero para qué engañarnos, somos lo típicos turistas cafres que no han leído más de dos líneas de la parte de la guía titulada "Historia y Cultura", y que se limitan a aprender sobre las mejores formas de regatear, qué pedir en los restaurantes o cuáles son las playas más cool... No nos hemos interesado por conocer la historia, la herencia y las costumbres de un pueblo tan distinto a nosotros que deben de vernos como auténticos marcianos. La maravillosa novela que estoy leyendo, "Comer, Rezar, Amar", de Elizabeth Gilbert, me ha hecho darme cuenta de todo esto no sin bastante sentimiento de culpa. Como supongo que sabréis, porque es un BestSeller cuya adaptación cinematográfica, con Julia Roberts y Javier Bardem como protagonistas, está ahora de estreno, es la historia autobiográfica de una mujer que, en plena crisis personal, emprende un viaje catártico que le llevará por Italia, India e Indonesia (Bali). Ahora que la protagonista ha llegado a Bali, una servidora descubre infinidad de cosas sobre el lugar donde vive. Aquí os dejo unos párrafos que retratan de maravilla la esencia de la sociedad balinesa.
"La sociedad balinesa es como una matriz matemática, una malla invisible de almas, objetivos, caminos y costumbres. Todo balinés sabe perfectamente el lugar que ocupa en este enorme mapa intangible. Basta con fijarse en los cuatro nombres que comparten casi todos los ciudadanos balineses -Primero, Segundo, Tercero, Cuarto-, recordándoles el puesto que les corresponde en la familia a la que pertenecen".
"Otra cosa que tiene una importancia fundamental son las ceremonias religiosas.(...)Se calcula que la típica balinesa pasa una tercera parte del día preparándose para una ceremonia, participando en una ceremonia o recogiendo los restos de una ceremonia. Aquí la vida es un ciclo constante de ofrendas y rituales. Todos deben seguir un orden y hacerse con una intención concreta para no romper el equilibrio del universo. Margaret Mead escribió sobre el "increíble ajetreo" de los balineses, y es verdad; en una casa balinesa apenas hay un momento de ocio. Ciertas ceremonias se celebran cinco veces al día y otras son diarias, mensuales, anuales..."

miércoles, 20 de octubre de 2010

Mi tesoro


El ser humano tiene, por naturaleza, tendencia al inconformismo. En verano protestamos por el calor y en invierno suspiramos por un rayo de sol. Si tenemos el pelo rizado, dedicamos horas a alisarlo, aunque achicharremos nuestra cabellera en el camino. La morena quiere ser rubia, y la rubia... en realidad no sé si quiere ser morena, porque yo no conozco a ninguna (natural al menos).
Y luego está lo de buscar nuestro lugar en el mundo. Si vives en una gran ciudad echas de menos la paz y tranquilidad que se respira en el campo. Quién no ha escapado de la estresante Madrid un fin de semana y, sentado en una terraza mirando a un prado ha dicho aquello de "y si nos vamos a vivir al campo?". Pero si vives en un pueblo te abuuurresss soberanamente y sueñas con ir al teatro, o a ver un musical, cosa que si resides en la capital y a tiro de piedra de la Gran Vía haces una vez cada lustro, con suerte.
Yo en Madrid vivía a toda velocidad. Tenía un trabajo de mucha responsabilidad con jornada reducida-intensiva de 9 a 16h. Esto suponía una bajada de sueldo, que no de tareas ni de exigencias... o sea, un engaño. Un hijo pequeño que no me dejaba tiempo para casi nada. Un piso de ochenta metros con una nevera que había que llenar cada tres días porque parecía tener un agujero negro. Un marido por quien tenía que seguir mirándome al espejo de vez en cuando, depilándome, arreglándome el pelo (yo lo tengo rizado y lo quiero liso, no digo más)... cosas que llevan su tiempo, no creáis. Tenía madre con la que hablar al menos una vez al día. Familia de una y del contrario con quienes comer los domingos. Amigas a las que llamar en los atascos y tratar de ver, sin éxito, al menos una vez al mes. Vida social cada vez más escasa. Y claro, como casi todas suspiraba por vivir más despacio. Por desayunar tranquilamente sin tener que salir con la lengua fuera. Por dormir ocho horas. Por dedicarle tiempo a organizar mis fotos, a escribir, a escuchar música, a leer... Por mirar al techo y pensar.
Y hoy puedo decir por fín que tengo TIEMPO. El lechón está en el guardería hasta las dos, después de un largo break de 20 días que se nos ha hecho interminable. A partir de ahora las mañanas de lunes a viernes son MÍAS. Siento como si tuviera un gran tesoro entre mis manos, un diamante en bruto, una obra de arte, un híbrido entre el Santo Grial y la piedra Roseta. Hoy estoy feliz  porque mi tiempo es mío.

martes, 12 de octubre de 2010

Visa para el paraiso



Lo que pretendo con este post es inaugurar una sección en el blog en la que ofrecer información práctica para todos aquellos cuyos dientes arrastren por el suelo al leerme, y que se pongan verdes como lagartos de envidia hasta el punto de pensar en imitar esta aventura. Si ya no podéis más y queréis copiarnos, emularnos, plagiarnos, o incluso venir a hacernos una visita, esta es vuestra sección.


Una de las primeras cuestiones que se te plantean cuando decides emigrar, es el tema del visado. Regularizar la situación es fundamental porque, por mucho que nos liemos la manta a la cabeza, no queremos hacerlo en patera ni como ilegales (pobrecitos ellos).

Después de un buen rastreo en google e innumerables llamadas y visitas a la Embajada de Indonesia en Madrid, nos dimos cuenta de que conseguir una Visa a largo plazo en Indonesia es bastante difícil, por no decir imposible. Eso no quiere decir que no puedas vivir en Bali durante años… pero tendrás que pagarlo. Existen varios tipos de Visado:

Visa de turismo: se emite en el aeropuerto de llegada y es válida para un máximo de un mes. Solo es necesario el pasaporte en vigor y el billete de vuelta. Cuesta entre 10 y 25 dólares, dependiendo de la duración de la estancia.

Existe otro tipo de visa de turismo para viajes más largos (máximo de 60 días), que se emite en la embajada y cuesta 35 dólares.

Visa de negocios (Business Visa): requiere una carta de invitación de un organismo o empresa en Indonesia, y otra de una empresa española. La duración máxima es un año.

Visa de residencia limitada (KITAS Visa): todos suspiramos por ésta, porque te permite residir en Bali durante dos años sin preocupaciones de ningún tipo. Sin embargo, conseguir una Kitas son palabras mayores. Te piden lo mismo que en la Business Visa, y además, una carta de visto bueno emitida por la dirección general de inmigración de la localidad donde se ubica la empresa que te invita… Total, muy muy complicado.

Lo que nos lleva a la inevitable, a la par que muy mejorable:

Visado Socio-Cultural (Social Visa): esta es la más factible, y la que tiene la mayoría de la gente que viene a Bali en "este plan", al menos al principio. Los requisitos son los mismos que para Visa de turismo, solo que además necesitas una carta de invitación de un Indonesio residente (persona, no organismo). Es válida para 60 días, y al finalizar ese plazo es necesario tramitar una extensión cada mes hasta un total de seis meses. Al finalizar ese plazo es necesario salir del país, realizar de nuevo los papeleos en una Embajada, y volver a empezar el proceso. Si estás en España y tienes la suerte de conocer a alguien que te haga la carta de invitación, mejor que esa persona resida en Bali. De lo contrario, tendrás que buscarte otro sponsor para poder renovar la visa después de los primeros sesenta días (que es lo que nos ha pasado a nosotros). En caso de no conocer a nadie en Bali, lo mejor es venir con el visado de turismo de sesenta días, y una vez aquí buscarte un sponsor (no es nada complicado) y conseguir la Social Visa.

Curiosamente este sistema increíblemente absurdo es casi infinito, y hay mucha gente que se pasa décadas viviendo en Bali y renovando su Visa mensualmente. Para las extensiones puedes elegir entre irte a las oficinas de inmigración, pasaporte en mano, a rellenar cientos de papeles, o contratar los servicios de una gestoría que se ocupe de todo… por un módico precio. Para la salida/entrada del país hay agencias que venden directamente el “Visa Run”, o sea, un paquete de dos o tres días en alguna ciudad cercana como Singapur, Bangkok o Perth, con las gestiones oportunas incluidas para conseguir la nueva visa. Nosotros tendremos que viajar en enero, y supongo que iremos a Singapur. La verdad es que es una buena excusa para hacerse una escapada, pero eso no es lo peor de este sistema. Lo malo es lo caro que sale. Por el momento nosotros hemos contratado un gestor, y nos cuestan unos 850€ (al cambio actual), todos los papeleos necesarios para los primeros seis meses. Para el segundo semestre es probable que nos busquemos un poco la vida para que nos salga más barato, porque lo cierto es que es un buen pico.

Nomad Forever califica en su estupendo blog, este sistema de visas como “The Ugly of Bali”. El post en general, publicado después de vivir en la isla durante dos años merece una lectura: “Living the good life in Bali: The Best, The good, and the Ugly”

sábado, 2 de octubre de 2010

Home sweet home

Hoy hace una semana que nos mudamos a la casa nueva. Y hoy es también el primer día que puedo decir que me siento a gusto aquí. O al menos eso creo.... Parece que a lo largo de esta semana hemos ido tomando la casa, conquistándola y haciéndola nuestra. Más que una conquista, ha sido una reconquista, porque nos tocó echar de aquí a sus legítimos dueños: los bichos. Cuando entramos con nuestros bártulos el sábado pasado nos recibió en el salón nada menos que una rana. Salió disparada nada más vernos, pero no hacia la terraza, como sería de esperar, sino hacia la habitación contigua a la salón, para meterse bajo la cama... Sería esa su guarida, me imagino.

La terracita frente al lago de nuestra nueva casa

Yo no soy una persona especialmente aprensiva con los bichos. No soy de las que gritan aterrorizadas cuando ven una lagartija, ni me escandalizo por encontrar una araña en la bañera. Lo único que me dá verdadero pavor y me convierte en una auténtica mujer decimonónica al grito de "socorrooooooooo", son las cucarachas. En Madrid no me quedó más remedio que tolerar la presencia en mi portal de montones de esos bichos repugnantes, sucios y carroñeros que me daban ganas de vomitar... Creo que la visión de un ejército de ellas cuando llegaba a casa por la noche fue una de las razones que me empujaron a venirme a Bali. Por suerte aquí no he visto ni una. Hasta ahí bién. Pero mosquitos, todos los del mundo. El primer día dejé destapada la cazuela con la sopa durante cinco minutos y encontré a tres mosquitos tamaño familiar nadando en el que debería haber sido el segundo plato de sopa del lechón. Lección número 1 para vivir en Bali: taparlo todo.
Para llevar a cabo la invasión de nuestro hogar, optamos por equiparnos con todo un arsenal armamentístico: enchufes que liberan insecticida en todos los rincones, quemadores en forma de espiral que desprenden un humo que ahuyenta a los mosquitos, y hasta una tiza que evita el paso de las hormigas una vez se pinta sobre una superficie. Parece que les hemos ganado este primer asalto, y ya no nos sentimos como si viviéramos en plena selva. No obstante, no hay que confiarse para seguir manteniéndolos a raya. En esa labor son de gran ayuda las lagartijas que nos acompañan. Pasean por las paredes sin miedo alguno, a sabiendas de que la casa fue suya mucho antes de que llegáramos. A mí no me molestan, las encuentro simpáticas, limpias, y me gusta observar su rapidez de movimientos, esa coordinación que yo nunca tendré. El lechón está encantado con tanta animación, y cada dos por tres exclama entusiasmado: "mira, una gatija, otra gatija, dos gartijas!" Dentro de nada las está cazando y metiéndolas bajo nuestras sábanas. Por cierto que ayer, antes de ir a dormir, encontramos en nuestro baño una araña tamaño tarántula, con pelos y todo. No es que me asustara, pero algo de repelús sí que me dió, y le tuve que pedir a D. que hiciera algo para que aquella monstruosidad no nos atacara en plena noche. Mi marido ejemplar se deshizo de ella en un pis pas, y dormimos plácidamente hasta que, a eso de las seis y media de la mañana nos despertaron los sonidos del amanecer: ranas, grillos, gallos, chicharras, patos... la fauna recibiendo alborozada al sol y diciendo: Feliz nuevo día en Bali!

lunes, 20 de septiembre de 2010

Fin de semana en Ubud



Este fin de semana nos hemos aventurado a conocer un poco mejor la isla, porque después de un mes aquí ya nos tocaba hacer alguna excursión a más de 15 km de distancia. El problema es que aquí en Bali las cosas más sencillas se hacen complicadas, así que al final nuestra visita a Ubud ha sido algo accidentada.

Nada más salir de Sanur, la primera en la frente: un policía nos hace parar en el arcén y nos coloca una multa por la terrible infracción de (insertar aquí un redoble de tambores) pisar un palmo de paso de cebra durante la fase roja del semáforo!! TOMA YA! Ni que decir tiene que la multa no era tal y que nisiquiera llegó a sacar su cuaderno para documentarla, porque aquí todo es negociable y tras un elegante regateo lo "solucionamos" pagándole 100.000 rp. (unos 9 euros) y nos dejó marchar. Lo peor de todo es que ésta no era nuestra primera multa en Bali y el día anterior nos habían colocado otra por una infracción parecida. Son unos sinvergüenzas de mucho cuidado. Abusan del extranjero todo lo que pueden y parece que tenemos todos cara de dólar.

Después del mal rato con el policía nos encaminamos hacia Ubud, que está a unos 40 km., distancia que recorrimos en la friolera de dos horas más o menos... Las indicaciones en las carreteras de Bali son, o bien inexistentes o están tapadas por la frondosa vegetación. Así que nos perdimos durante un buen rato. Soy de naturaleza romántica y a David le encanta fotografiar bonitos paisajes, así que lo de perdernos no sería "big deal" si no tuviéramos a un pequeñajo gritón en el coche que puede hacer perder los nervios al más sereno de los conductores.

Una vez en Ubud, encontramos un "Guest House" encantadora y bastante económica y, una vez instalados, se puso a llover, como diría mi añorada madre, "sin conocimiento". O sea, llovía como si no fuera a llover nunca más, como si toda la lluvia del mundo fuera a terminarse esa noche, como si el cielo hubiera decidido desprenderse de donde quiera que esté anclado... Escuchando llover durante toda la noche yo pensaba que cortarían las carreteras, que habría inundaciones, no sé, que saldríamos en las noticias.... Pero no. Al día siguiente todo estaba normal. Mojado, pero normal.

Y como no hay dos sin tres, cuando fuimos a arrancar el coche de alquiler por la mañana estaba sin batería. Bién. No pasa nada. Pedimos a alguien unos cables para recargarla y lo solucionamos en un pis pas... ¿qué? cables para qué? para la batería? Todo esto en un inglés muy de andar por casa. Yo intentando explicar que necesitaba cargar la batería con unos cables y un buen hombre que me enseña unas pilas... ¡CLARO! "Do you need batterys"? Sería gracioso si no estuviera lloviendo a mares otra vez. Unos chicos muy amables se ofrecieron a ayudarnos y empujar, pero el coche había decidido no arrancar y no hubo forma. Por suerte la empresa de alquiler de coches nos lo solucionó en un par de horas enviando a un mecánico.

Ah! sí, Ubud muy bonito. Y verde que no veas.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Disfrutando de Bali







Hace unos días que por fín encontramos casa, así que llevamos casi una semana de relajo total disfrutando de Bali.
La casa es preciosa y muy grande, aunque tendremos que "customizarla" un poco para que sea algo más hogareña, porque hoy por hoy tiene un cierto aire "Familia Monster". Lo mejor es el jardín y la piscina, que, aunque es compartida, está vacía casi siempre. Tiene tres habitaciones y tres baños muy grandes. La cocina es tremenda, no tiene nada más que unos fogones pelados, una encimera y un grifo. Pero es que paradójicamente aquí, en el tercer mundo, la gente apenas cocina en las casas, y lo compran todo hecho en chiringuitos callejeros. El propietario de la casa no puede entender para qué queremos nosotros un frigorífico combi o una alacena en la cocina. Aquí compran una mazorca de maiz o una sopa en la calle y a correr. A mí me han educado a la antigua, y mi madre es gallega, así que necesito una cocina de verdad, y en esas estamos. Habrá que ser imaginativos porque dinero no nos sobra y aquí las cosas "occidentales" son bastante caras. Estamos buscando y comparando para hacer de la casa un verdadero hogar.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Buscando casa




Estamos a la búsqueda de nuestro hogar en Bali y está siendo algo más difícil de lo que pensábamos. Desde que nos instalamos en Sanur, no hemos hecho otra cosa que ver casas (y cuidar de nuestro lechón, que no es poco) pero aún no tenemos nada que nos convenza del todo. Bueno, miento, el viernes vimos una casa maravillosa, pero está bastante fuera de nuestro presupuesto. Vamos a intentar hacer una oferta a ver si nos la rebajan.


Los días pasan deprisa y tenemos la sensación de llevar aquí un mes, aunque han sido poco más de dos semanas. La isla es mucho más grande de lo que parece, y aunque las distancias no son muy largas, hay un tráfico de mil demonios y las carreteras son muy malas, de forma que los desplazamientos se hacen eternos. En nuestro afán por conocer la isla y así encontrar nuestro lugar en el mundo, hemos visto de todo: playas y paisajes muy bonitos, y también algunos nucleos turísticos masificados y playas sucias como estercoleros. En Bali los contrastes son tremendos, y frente a una casa espectacular ves grandes muestras de pobreza y subdesarrollo. Después de movernos durante unos días con un conductor, finalmente decidimos que lo mejor era alquilar un coche y D., que está hecho un valiente, se animó a conducir por la izquierda en esta isla de locos y temerarios al volante. El primer día casi arrancamos un retrovisor, pero gracias a la pericia de mi amado no ha habido más contratiempos.


esta es la playa que no sale en el folleto turístico, pero atención a la casa de detrás

Niños preparando ofrendas, la niña lleva una navaja en la mano!

viernes, 27 de agosto de 2010

Primeras impresiones

Dicen que casi siempre las primeras impresiones sobre un lugar son equivocadas. Seguramente. Sin embargo, después de nuestra primera semana en Bali, eso es todo lo que tenemos, primeras impresiones, así que me dispongo a compartirlas con vosotros.

- Aquí la vida transcurre mucho más despacio que en Madrid. Todo es más relajado, y el tiempo no parece ser un valor tan esencial como en España. En las calles de los núcleos urbanos se oyen constantes pitidos, pero no son para meter prisa al de delante en los semáforos, sino los taxistas que tratan de llamar la atención de los turistas con el claxon.

- Hace mucho calor, especialmente al mediodía, y la humedad provoca que mi piel brille y mi pelo se erice a lo afro. Sin embargo, es bastante soportable por las noches y hemos dormido muy bien, incluso sin poner el aire acondicionado

-Todo es más pequeño: los frascos de champú, los refrescos, los paquetes de cereales… un 30% menor, y a veces más… Todo excepto la cerveza, que es del mismo tamaño… ¡o el doble!

-Los balineses son amabilísimos, y parecen muy buenas personas. Se deshacen en atenciones con el lechón, y sonríen siempre. Es una gozada.

- Hemos conocido solo las playas de Tuban, Sanur y Seminyak, y las tres son bonitas. La de Tuban, la menos turística, tiene mucho encanto con sus barcos de pescadores, la de Sanur, más familiar, repleta de chiringuitos y con montones de cometas surcando el cielo, la de Seminyak, la más “chic”, ideal para disfrutar de un atardecer maravilloso con una “Bintang”, la cerveza local, en la mano.

- Cada 100 metros hay un local de masajes, manicuras, y tratamientos de belleza de todo tipo. Y son baratísimos, desde 50000 rupias (más o menos 4€) el masaje de una hora. Los locales más baratos carecen de estética y la higiene es algo dudosa, pero si consigues relajarte en esos aspectos, el masaje puede ser tan bueno como la masajista que te toque. Yo me dí uno el primer día y fue excelente. D. no puede decir lo mismo porque según él su masaje de ayer fue un desastre. Con los precios que tienen y lo que a mí me gustan estas cosas, pienso hacerme al menos un tratamiento a la semana.

- Abrir una cuenta bancaria como extranjero en Bali no es nada, pero que nada fácil. Sin embargo, con insistencia y un poco de dinero casi todo se consigue, así que lo hicimos, y ya tenemos nuestros “fondo” a buen recaudo en “Permata Bank”. Otro día cuento los pasos a seguir por si a alguien le interesa.

-No hay paraíso sin mosquitos… así que vamos untados de “Autan” a todas horas, y aún así no perdonan. Sobre todo a mí, que me tienen frita de picaduras. Por suerte aquí el ungüento antimosquitos es muy barato, porque lo gastamos por toneladas.

-La comida está muy rica, no es tan picante como dicen, pero sí poco variada: arroz frito, fideos salteados, pinchitos de pollo o ternera, sopas riquísimas… Me gusta pero estoy deseando hacerme una ensalada con un montón de aceite de oliva.

Ayer nos mudamos a un apartamento con cocina en Sanur. Estaremos aquí un mes, o hasta que encontremos una casa definitiva. Hasta ahora hemos estado con nuestros amigos Vicente y Ari en el hotel “Rama Beach”. Pero ahora que ellos se han marchado de vuelta a España es cuando comienza nuestra verdadera vida en Bali.

jueves, 12 de agosto de 2010

Trastos y recuerdos


Nos queda una semana para emprender el viaje de nuestra vida, y estos días me veo inmersa en una vorágine de cajas y maletas. Todo el que ha hecho una mudanza sabe lo increíble que es la cantidad de trastos que se pueden llegar a acumular en una casa. No se sabe muy porqué almacenamos cosas que no utilizamos, ni miramos, ni apenas sabemos de su existencia hasta que, cuter en mano, emprendemos la tarea de meter toda una vida en cajas. Está claro que ni miramos, ni recordamos, ni hacemos puñetero caso de todas esas cartas antiguas, libros ya leidos, dvd's vistos, juegos de mesa rotos, ropa pasada de moda que"sialgúndíaselleva".... que tenemos en los armarios, ¿me equivoco? Y aún así... tirarlos es una ardua tarea, y nos duele tanto, que al final seguimos embalando y haciendo cajas, cargándolas y pagando trasteros para almacenar nuestros recuerdos, aun sabiendo que la mayoría de ellos solo están cambiando de ubicación, una vez más, antes de su fin inevitable: LA BASURA.

martes, 3 de agosto de 2010

Maletas naranjas

No es que pretendiera ser el colmo del glamour en el viaje a Bali. Cuando se viaja en turista y en compañías de bajo coste no se puede aspirar a ser tan divina como Karen Blixten en Memorias de África, cruzando el mundo con su porcelana y sus colchas de seda. Estaba resignada a no ser como ella, y aún así me encanta recordar esa escena de la maravillosa película, hacia el final, cuando Robert Redford aparece en la granja y encuentra a Karen sentada sobre una caja, pero aún así bebiendo vino en una copa de cristal. Denis entra, guapísimo, vestido de safari, y comenta con sorna "ahora que empezaba a gustarme tu porcelana", a lo que ella contesta, melancólica, "me estaba acostumbrando a vivir sin ella", todo mientras suena una música terriblemente triste en el gramófono que él le había regalado.


En fin... me encanta esa peli, pero una no es Karen Blixten ni estamos a principios del siglo XX. La parte buena es que no tendré que lidiar con tigres ni leones, ni sifilis o al menos eso espero. La mala, además de que no voy a conocer a Denis... es que llevo maletas NARANJAS!! Si, si, como lo oyes. Si vives en Madrid tal vez me hayas visto esta mañana, atravesando el centro comercial La Vaguada con cara avergonzada, cargada con tres enormes maletas color butano. Eran las más feas de todo Alcampo. De hecho creo que eran las más feas de todo el centro comercial, y probablemente las más feas del mundo. Pero por lo visto, según sus fabricantes, son también las más ligeras: 2'76kg pesa el maletón gigante y 1,94 el trolly de cabina. En aras de llenar las maletas todo lo posible sin pagar (aún más) exceso de equipaje, y haciendo alarde de un gran sentido práctico... he comprado 5 maletas de un gusto espantoso. Y debería estar orgullosa. Pero mi (algo exagerado) sentido de la estética no me lo permite.


Caminando por la Vaguada con semejante equipaje no podía evitar sentirme observada. Pensarían, ¿y a esa chica quién la ha engañado? Anda que se habrá quedado a gusto con su elección. ¿No habría unas maletas más feas? Porque si aún fueran negras o azul marino.... pero naranjas!! Pues no señores, no, no las había más feas y solo quedaban naranjas.

viernes, 16 de julio de 2010

Comienza la cuenta atrás

En realidad, esta cuenta atrás comenzó allá por octubre de 2009. Fue entonces cuando D. y yo decidimos que queríamos tomar las riendas de nuestras vidas y hacer una pequeña locura. Una locura llamada... ¡Bali!
¿Por qué Bali? Aunque parezca mentira, nos vamos a una isla que no conocemos y con intención de quedarnos un año, o puede que más. Hemos elegido este destino por muchos motivos: el clima, el mar, la calidad de vida, los precios... Además queríamos un lugar donde se hablara inglés, aunque no sea la lengua oficial, con la idea de que el lechón y su papá aprendan el idioma.

Lo suyo hubiera sido hacer primero un viaje de prospección, conocer la isla antes de mudarnos... Pero no había dinero ni tiempo para eso, porque de pronto nos dimos cuenta de que AHORA es el momento. Tenemos un niño de dos años, lo que a mí me permite pedir en el trabajo una excedencia con reserva de puesto, y además, al no estar escolarizado aún, todo es mucho más fácil. D. tiene una empresa de venta de muebles, y para él en Bali puede haber grandes oportunidades de negocio. Empezamos a leer todo lo que encontramos sobre Bali y parece que es el paraíso terrenal. Gente amable y acogedora, precios de risa, playas paradisiacas, calor todo el año...

Tenemos visado para dos meses, billetes de avión para tres, y mucha ilusión. El 19 de agosto partimos rumbo a Bali.