sábado, 2 de octubre de 2010

Home sweet home

Hoy hace una semana que nos mudamos a la casa nueva. Y hoy es también el primer día que puedo decir que me siento a gusto aquí. O al menos eso creo.... Parece que a lo largo de esta semana hemos ido tomando la casa, conquistándola y haciéndola nuestra. Más que una conquista, ha sido una reconquista, porque nos tocó echar de aquí a sus legítimos dueños: los bichos. Cuando entramos con nuestros bártulos el sábado pasado nos recibió en el salón nada menos que una rana. Salió disparada nada más vernos, pero no hacia la terraza, como sería de esperar, sino hacia la habitación contigua a la salón, para meterse bajo la cama... Sería esa su guarida, me imagino.

La terracita frente al lago de nuestra nueva casa

Yo no soy una persona especialmente aprensiva con los bichos. No soy de las que gritan aterrorizadas cuando ven una lagartija, ni me escandalizo por encontrar una araña en la bañera. Lo único que me dá verdadero pavor y me convierte en una auténtica mujer decimonónica al grito de "socorrooooooooo", son las cucarachas. En Madrid no me quedó más remedio que tolerar la presencia en mi portal de montones de esos bichos repugnantes, sucios y carroñeros que me daban ganas de vomitar... Creo que la visión de un ejército de ellas cuando llegaba a casa por la noche fue una de las razones que me empujaron a venirme a Bali. Por suerte aquí no he visto ni una. Hasta ahí bién. Pero mosquitos, todos los del mundo. El primer día dejé destapada la cazuela con la sopa durante cinco minutos y encontré a tres mosquitos tamaño familiar nadando en el que debería haber sido el segundo plato de sopa del lechón. Lección número 1 para vivir en Bali: taparlo todo.
Para llevar a cabo la invasión de nuestro hogar, optamos por equiparnos con todo un arsenal armamentístico: enchufes que liberan insecticida en todos los rincones, quemadores en forma de espiral que desprenden un humo que ahuyenta a los mosquitos, y hasta una tiza que evita el paso de las hormigas una vez se pinta sobre una superficie. Parece que les hemos ganado este primer asalto, y ya no nos sentimos como si viviéramos en plena selva. No obstante, no hay que confiarse para seguir manteniéndolos a raya. En esa labor son de gran ayuda las lagartijas que nos acompañan. Pasean por las paredes sin miedo alguno, a sabiendas de que la casa fue suya mucho antes de que llegáramos. A mí no me molestan, las encuentro simpáticas, limpias, y me gusta observar su rapidez de movimientos, esa coordinación que yo nunca tendré. El lechón está encantado con tanta animación, y cada dos por tres exclama entusiasmado: "mira, una gatija, otra gatija, dos gartijas!" Dentro de nada las está cazando y metiéndolas bajo nuestras sábanas. Por cierto que ayer, antes de ir a dormir, encontramos en nuestro baño una araña tamaño tarántula, con pelos y todo. No es que me asustara, pero algo de repelús sí que me dió, y le tuve que pedir a D. que hiciera algo para que aquella monstruosidad no nos atacara en plena noche. Mi marido ejemplar se deshizo de ella en un pis pas, y dormimos plácidamente hasta que, a eso de las seis y media de la mañana nos despertaron los sonidos del amanecer: ranas, grillos, gallos, chicharras, patos... la fauna recibiendo alborozada al sol y diciendo: Feliz nuevo día en Bali!

2 comentarios:

  1. HOLA, ME GUSTO MUCHO LEER VUESTRO BLOG. EL DIA 7 DE OCTUBRE LLEGAMOS DE NUEVO A BALI CARMEN MI MUJER, Y YO ( JUANJO ) HE VIAJADO MUCHO A INDONESIA E IMPORTO DE ALLI DESDE HACE MAS DE 10 AÑOS. ( MOBILIARIO Y ARTE ) OS DEJO MI CORREO . antikartecasa@gmail.com . DEJAMER VUESTRO NUMERO DE TELEFONO EN BALI Y OS LLAMAMOS...¿ OS PARECE ? SALUDOS

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  2. Hola, soy fan de tus dos blogs desde hace casi dos años (desde que fui mamá y me empecé a interesar por estas cosas) y nunca había escrito nada. Solo daros la enhorabuena por el cambio de vida, ¡sois valientes!

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