miércoles, 3 de noviembre de 2010

Visita al mercado: Pasar Badung

Mujeres como ésta se ofrecen a cargar con tu compra en cestas sobre su cabeza
Siempre me han gustado los mercados. Tal vez porque forman parte de mis recuerdos de la infancia. Desde muy pequeña y hasta la adolescencia acompañaba a mi madre a hacer la compra en uno de esos mercados tradicionales donde quienes venden la carne, el pescado, el pollo o la fruta, saben el nombre, vida y milagros, de cada una de sus clientas (casi siempre mujeres aún). Me encantan esos "tenderos" que, tras una vida entera en el "puesto" pegándose madrugones de aúpa, aún tienen la sonrisa a punto y la broma dispuesta para alegrar la mañana a una nonagenaria diciéndole aquello de, "Señora Maruja, está usted más guapa cada día". Me gusta el ambiente, el colorido, los olores mezclados entre la charcutería y la fruta. Las señoras con sus carros repletos, el ajetreo, las bromas, las pullas, la familiaridad de los comentarios en el mostrador... "pero que sea del que a mí me gusta" o la eterna "córtamelo finito que es para el niño". Recuerdo un día hará unos 20 años que yo intenté saltarme la cola de la pescadería para recoger un encargo de mi madre y, cuando una anciana cargada de razón osó protestar, "nuestro" pescadero la calló diciendo: "señora, es que esta moza me va a durar más que usted como clienta"... Pero lo dijo con tanta gracia que la señora se partía de risa.

Bueno, pues todo esto en Bali no pasa.


Estuvimos el otro día en el mercado central de Denpasar (Pasar Badung) porque yo, en mi infinita inocencia, pensé que sería un plan divertido para pasar la mañana, hacer fotos y de paso llenar la nevera. Y nada más lejos de la realidad. No me gustó nada, nadita nada. Al llegar, el olor a podrido nos recibió como una bofetada, y a partir de ahí aquello solo podía empeorar: los puestos estaban sucios, había ratas saltando entre la comida, insectos por doquier... Para colmo, varias mujeres nos perseguían insistentemente para vendernos especias, lo que resultaba muy incómodo. Pese a todo intentamos comprar un poco de fruta, pero no hubo manera porque había que regatear por cada mango y por cada aguacate si no querías pagar precios astronómicos. En fín... que como diría Sabina, "que no disfruté, que no vuelvo más".

2 comentarios:

  1. ESte comentario debria ir en el otro blog, pero no me deja escribirlo ¿?
    El caso es que mi hijo siempre ha sido muy madrugador, ahora se duerme a las 9.30-10 y a las 7 está en pie. Algunos días antes de las siete... Yo ya no tengo remilgos en despertarle de la siesta pq ahi coge el tio la almohada y se tiraría a veces mucho más rato, pero como ya nos conocemos, no le dejo dormir más de 1.3o aprox. Lo único que se me ocurre es que le intentes retrasar gradualmente la hora de ir a dormir, y reducirle también un poquito las siestas a vder qué pasa.De todos modos 8 h de sueño parece poco, quizá sea solo una racha y en pocos dias recupere su ritmo habitual ( o incluso duerma más apra recuperar lo perdido)

    ResponderEliminar
  2. Pues me imagino el chasco, menudo contraste entre los mercados castellanos y aquellos... Una experiencia más en Bali. Seguro que habrá otras mucho más interesantes. Un saludo!

    ResponderEliminar